DOLORES MAYÁN
Danza Cine
LA DANZA- La danse: Le ballet de l’Opéra de Paris
Frederick Wiseman
Como uno de los documentalistas vivos más vistos, importantes y prolíficos en todo el mundo, no deja de sorprender que La danza, de 160 minutos de duración, sea la primera de sus películas que se estrena en salas comerciales españolas. Todo un acontecimiento. Máxime cuando se trata de su tercera experiencia en París, lejos de su arcadia particular, al adentrarse en las estancias de la Opera de París y registrar durante un año entero la actividad, en todos sus estratos, de su prestigiosa compañía de ballet.
BALLET - FREDERICK WISEMAN,1995
Un documental centrado en el American Ballet Theatre
-El ballet es una abstracción que surge de la imaginación y la experiencia del coreógrafo. Los ballets en ambas películas son muy distintos, así que los temas de la película también, ya que apelan a experiencias humanas diferentes. El Ballet de la Ópera de París [La danza] tiene más de tres siglos, recibe un subsidio del Estado, tiene dos teatros y su propia escuela y la inmensa mayoría de los bailarines son franceses. El American Ballet Theatre [Ballet] tiene apenas ochenta años de antigüedad, no recibe ninguna ayuda pública, no posee un teatro propio y sólo muy recientemente ha puesto en marcha su propia escuela. Los bailarines han sido formados de acuerdo a diferentes estilos y provienen de todas partes del mundo. Las estructuras administrativas de ambas compañías son también muy distintas, y reflejan en parte la diferencia que hay entre Estados Unidos y Francia respecto a conceptos como las clases sociales y las jerarquías de trabajo.
Efectivamente, a diferencia de Ballet, que filmó en Manhattan en 1995, en La danza las únicas personas de raza negra que aparecen de refilón por la pantalla son los limpiadores o pintores del centro, y el elocuente montaje de Wiseman acentúa este contraste poniendo literalmente en danza, mediante un brillante montaje paralelo, ambas actividades. Las distinciones de clase que estila la compañía francesa, como resultado de una larga tradición, no escapan a la mirada antropológica de Wiseman, siempre pendiente de los efectos humanos que las instituciones ejercen sobre las personas.
La danza no es un ‘documercial'. Wismean asegura que nunca ha realizado ninguna de sus películas “sin garantías de tener el montaje final” y sin haber obtenido plena libertad para filmar lo que quiera. “No empiezo a filmar hasta que tengo una declaración escrita concediéndome el control editorial”. El ojo de Wiseman está muy atento a las presiones que asfixian a los bailarines más envejecidos, o a una joven artista consumida por la ansiedad y las incertidumbres. Dentro del protagonismo coral del filme, se impone la presencia de la directora artística de la compañía, Brigitte Lefevre, cuya fuerte personalidad al mando del funcionamiento creativo del centro es registrada con plena objetividad por Wisemen.
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